Inundación de hormigas debajo de mi manga
Mi mente se quedó en blanco,
desperté horrible
el vacío comía mi estómago
y el cerebro enmudecía.
Me acordé que una y otra vez, esa era la sensación
que más detestaba
la que más me hacía correr lejos,
la que más me tiraba de vuelta a la cama.
Me pesaba el cuerpo, las orejas, las manos
me sumergí en la tina, nadé en sueños profundos
y sigilosamente presioné la llave en el sentido contrario.
El agua corrió sobre mis ojos, y solo ahí me percaté
que parte de mi cuerpo estaba flotando,
inexistente en la inercia
y que de mis orejas y mis mañas salían millones de hormiguitas,
que llenas de agua sonreían y me comían, lentamente.
La lucha entre quien se comía a quien siguió hasta que el vacío me comió el cerebro.